La tradición cervecera en Argentina tiene algo más dos siglos y medio. Como en la mayoría de los países iberoamericanos, la afición al consumo de cerveza en la Argentina fue introducida por los emigrantes europeos que llegaban al Nuevo Continente a “hacer fortuna”.
Primero fueron las marcas elaboradas en la “vieja” Europa, llevadas en los barcos, las que empezaron a consumirse por alemanes y británicos, principalmente. En seguida, se sumaron a esa afición el resto de argentinos.
Más tarde, hacia la segunda mitad del siglo XVIII, empezaron a surgir pequeñas cervecerías fundadas por emigrantes ligados, en mayor o menor medida, con cerveceras europeas. Las grandes distancias, las malas comunicaciones existentes y la ausencia de hielo, para la refrigeración de la cerveza durante el transporte, motivó que cada localidad, más o menos importante, tuviera su cervecería para abastecer a los lugareños.
En un principio, tenían que importar la malta y el lúpulo y, algunas, por la mala calidad de las aguas del subsuelo, utilizaban agua de lluvia recogida en aljibes construidos a tal efecto. Años más tarde, las cerveceras más preparadas, aprovechando el ferrocarril, fueron extendiendo sus áreas de ventas y montando fábricas allí donde les era más rentable. También, fueron desarrollando cultivos autóctonos, primero de cebada y luego de lúpulo. Argentina es hoy una exportadora de excelentes variedades de lúpulo, cultivadas en la zona de El Bolsón, localidad de la provincia de Río Negro, en la Patagonia
Un folleto publicado por José María Peña y Juan Carlos López Almendros, con motivo de la I Exposición de Coleccionismo Cervecero, celebrada en Buenos Aires en julio de 1999, nos relata que la primera referencia que existe relativa a la elaboración de cerveza en Argentina se remonta a 1806. La escuadra inglesa, aprovechando la ausencia del inepto Virrey de Buenos Aires, Marqués de Sobremonte, había tomado la ciudad sin apenas resistencia. Tras la heroica reconquista llevada a cabo por el marino español Santiago Liniers, los bienes de los ingleses residentes en la ciudad fueron confiscados. Uno de ellos, médico de profesión en Retiro, envió una reclamación a las autoridades españolas “por la expropiación de su fábrica de cerveza, contigua al mencionado mercado, después de las invasiones inglesas. Aduce a su favor, que si bien es nacido en Inglaterra, se encuentra al servicio de Su Majestad Española”. Transcurría el año de 1806.
Según otras fuentes, la primera fábrica argentina de cerveza pudo haber sido la que funcionaba, en 1744, en la actual calle Moreno, antes San Francisco, de la ciudad de Buenos Aires. También se tienen noticias que, desde 1804 y hasta la Revolución de Mayo de 1810, funcionó, junto al teatro Coliseo de Buenos Aires, un establecimiento que servía cerveza fabricada por su propio dueño.
Pero es el investigador Carlos Domingo Vives el que aporta los documentos más antiguos que, por ahora, se conocen. El Dr. Vives demuestra con ellos que la primera fábrica de cerveza que se conoce en Argentina, simplemente fue llamada "La Zervezería”, así, con dos “zetas”.
Debemos remontarnos al año 1738, cuando el inglés Thomas Stuart adquiere, en el Retiro de Buenos Aires, una parte de la manzana delimitada por la actual Avda. del Libertador y las calles Esmeralda, Maipú y Arenales, con entrada por ésta última. En ese lugar, Stuart construye un edificio que incluye: una "sala con siete tirantes", para fabricar “zerveza” (sic), y “varias piezas”, posiblemente, para oficinas, lugar de venta y descanso. En la “sala” se encontraban las “calderas” y los “hervidores”.
Ante la necesidad del propietario de conseguir capitales para ampliar el negocio, decide vender las tierras, al rico comerciante Thomas Ilson, pero conservando el fondo de comercio. De esta manera y conforme a escritura del 13 de diciembre de 1743 del notario Francisco de Merlo, Stuart cede el “dominio y señorío” al capitán de dragones Thomas Ilson sobre “la casa de la zervezería”.
La explotación de la fábrica continuó en manos de Stuart, pero ahora en un establecimiento más amplio y con una mayor producción. El Censo de 1744, registra en “La Zervezería” a Thomas Stuart, que en ese momento tenía 48 años y, como agregados a los ingenieros Juan Ittin de 30 años y Roberto Betant de 20, más seis esclavos negros como obreros, todos ellos trabajando en la misma. Con respecto a la propiedad “dize pertenezer al capitán don Thomas Ilson”.
Éste, además de capitán de dragones, fue un caracterizado contrabandista, sosteniéndose que utilizaba la infraestructura de la fábrica de cerveza, como depósito de sus “mercancías”.
Es de esta época, el comienzo de la leyenda de los túneles y bóvedas que se creían existentes en la, posteriormente, llamada “Quinta de Azcuénaga”. La explicación racional de los mismos, estaría en que el método de conservación de la producción de cerveza del establecimiento, era su almacenamiento en barricas de madera instaladas en sótanos. Éstos disponían de una salida "a nivel" orientada hacia un barranco, hoy Avda. del Libertador, en donde existía un camino de carretas y mulas que, costeando el Río de la Plata, comunicaba la zona norte con el fuerte y la plaza Mayor, centro comercial de la época. Esto no implica que Thomas Ilson, también, lo utilizara para "sus otros oscuros negocios".
Ilson era descendiente de irlandeses, nacido en España en tiempos del Gobernador Salcedo y fue procesado por sus negocios ilegales y por su vida "desarreglada". Pero, como gozaba de buenas amistades tanto en Madrid como en América, su causa fue archivada. En 1757, “La Zervezería” fue cerrada, utilizándose el local y parte de las herramientas y utensilios, en especial las calderas y hervidores, para la instalación de una fábrica de jabón.
Deduce el investigador Vives que “no habiendo encontrado antecedentes de establecimientos mas antiguos, concluyo que “La Zervezería” fue nuestra primera fábrica de cerveza.
Para 1835, un anuncio publicitario indicaba que Santiago Renier y Henrique Knoll eran los propietarios de una cervecería en el nº 362 de la calle Tucumán de Buenos Aires, que producía cerveza “blanca” y “colorada”. Los precios eran 13 pesos la docena de botellas, y sólo 8 pesos si se devolvían las vacías.
En marzo de 1842, dos alemanes, Adolfo Bullrich y Carlos Ziegler, están dispuestos a resucitar la vieja cervecería de Ilson y Stuart. Alquilan "una casa y el local" situados en la plazoleta del Retiro. Los arrendatarios pagarían 3 onzas de oro selladas, desde el 1º de abril de 1842, y luego 5 pesos fuertes más por el “potrero”, quedando a cargo de los propietarios la recuperación de techos, galerías altos de la casa principal, el portón de cochera y de todo lo demás que ya amenazaba ruina. El contrato fue por siete años, con opción a renovación por cuatro años más. Por constancias posteriores se sabe que los inquilinos hicieron grandes reformas en la propiedad, instalando, además de la fábrica de cerveza, una taberna y una tienda. Con respecto al alquiler del potrero en “el bajo”, se explica porque en él existían caballerizas y “galpones” donde guardaban los caballos que tiraban los carruajes del reparto de la cerveza. Y, también, era la salida de la producción cervecera, desde los sótanos de la fábrica. Poco tiempo después, la cervecería pasa a las manos de los, también alemanes, Vogel y Schmitz, y de éstos a Guillermo Seydell.
El 20 de enero de 1845, la Gaceta Mercantil de Buenos Aires informaba en una nota que la fábrica de cerveza del Guillermo Seydell había pasado de la plazoleta del Retiro a un local más amplio y conveniente, la Barraca de Capdevilla, situada en el nº 315 de la calle Chacabuco. La nota continúa que la cervecería “ofrece al respetable público una mejoría en las calidades de la cerveza, mejorando las dos clases, Blanca (ale) y Negra (porter). Siempre habrá un gran surtido de las dos clases. En la misma publicación, se comunica al público que en el anterior establecimiento del Retiro, se venden botellas y medias botellas, en cristal y en barro, de cerveza.
Fueron muchas las cervecerías que se instalaron durante la segunda mitad del siglo XIX en Buenos Aires. Del folleto de Peña y López Almendros antes citado, anotamos los siguientes establecimientos: Cervecería Santa Rosa, de Juan Bühler en la calle Bolívar; Cervecería Italiana, de Juan Bianchi, Federico Rothemburger y Antonio Lagomarsino, en las calles Paraná y Río Bamba de Recoleta; Cervecería del Parque, de Carlos Westermeyer; Cervecería Alemana, de Arturo Díesel; Cervecería 11 Septiembre, de Juan Schellenslager; Cervecería Manantial, de Pérez y Cortí.
Pero la cervecera argentina más antigua y que, aún hoy, se encuentra en funcionamiento es la fundada por el alsaciano Emilio Bieckert, que comenzó a operar en Buenos Aires, en el año 1860, frente a la iglesia de Balbanera.
En esa época, en la provincia de Buenos Aires, el número de cervecerías es enorme. Según el referido folleto: Piazza Hnos. en Azul; Cervecería Nacional, Cervecería San Martín y Roque Curelli, en Bahía Blanca; Luis Lanfrancone, en Balcarce; Francisco Berisso, en Baradero; Cesario Boli y Weiss & Michat, en Bragado; José Grassi, en Coronel Pringles; Rothemburger Hnos., en Chivilcoy; Guillermo Kleinmann, Juan Quenard, Chapperón y Javier Meyer, en Dolores; Catoni Hnos., en General Pintos; La Constancia y Cervecería Juárez, en Benito Juárez; Viscay, en Laprida; La Inagotable y Cervecería Monti, en Luján; Cervecería Magdalena, en Magdalena; Juan Barbe, Carlos Sexauer, Bolia, Soulier y Cervecería Mercedes, en Mercedes; Felipe Schnahl en Merlo; Helvética y Monteverde, en Nueve de Julio; La Universal, en Pigué; Juan Giussani, en Quilmes; Cervecería Nacional, en Rauch; José Bertola, en San Antonio de Areco; Carolina Lang y Pablo Clerici en San Nicolás; La Movediza, en Tandil; Pedro Casalas, en Tres Arroyos.
En 1884, en la ciudad de San Carlos, Pcia. de Santa Fé, un emigrante alemán fundó la Cervecería San Carlos.
En 1888, nació la Quilmes la cervecera que hoy domina con creces el mercado argentino.
En 1892, se estableció la Cervecería Santa Fe, que hoy, junto a la Schneider, pertenece a la CCU de Chile.
En 1913, se fundó la Cervecería del Norte Argentino y, en 1921, la Maltería y Cervecería de Cuyo. Ambas se fusionaron en 1921.
En 1917, se instituyó la Cervecería Córdoba.
Para conocer mejor la situación de la cerveza en Argentina hasta final del pasado siglo, recurrimos a las manifestaciones realizadas por Néstor del Campo, entonces Gerente General de Quilmes, a la Asociación Argentina de Marketing, el mes de setiembre de 2000. Decía el Sr. Del Campo: “El mercado de la cerveza, hasta el año 80, era un mercado totalmente subdesarrollado, es decir un mercado que en el año 80 llega a su mínimo con un consumo de 8 litros per cápita, lo cual, para darles una referencia, no es prácticamente nada: en ese momento el mercado del vino tenía 80 litros per cápita y cualquier mercado de cerveza, en un país desarrollado, tenía más de 100 litros per cápita. Estábamos hablando de un mercado prácticamente inexistente, que tuvo sólo un pico en la década de los 50. En esa década, se expropiaron las cervecerías de nuestro grupo. A partir de ahí, surgió una estrategia masiva de precios. Prácticamente se regalaba la cerveza, lo que provocó un rebote de la industria hacia arriba que le permitió lograr ese pico de 22 litros per cápita. Después, las cosas empezaron a regularizarse, y el mercado empezó a caer, llegando a los 8 litros del año 80”.
Néstor del Campo continúa: “Llegado ese momento, alguien podía pensar que el mercado de la cerveza no existe, que no interesa, que no es rentable, que no tiene tamaño... que hay que irse de él. Pero nosotros sacamos otra deducción. Había una oportunidad: no podía ser que en la Argentina la gente no tomara cerveza. Algo debía estar pasando, algo no estaba funcionando y que debíamos cambiar. Hicimos un análisis en profundidad de la situación. El perfil de consumidor era “ adulto masculino, de más de 35 años, perteneciente al grupo socioeconómico medio”. Se daba un hecho completamente anormal: “los jóvenes apenas tenían contacto con la cerveza”. Además, sólo se consumía durante los seis meses de buen tiempo, después había que cerrar la fábrica porque nadie estaba dispuesto a tomar una cerveza. Con muy pocas situaciones de consumo ocasional: la cerveza era para un determinado momento y nada más. Otro punto era, tal vez, el más relevante: la cerveza era un producto con poco prestigio. Se presentaba la botella situada en una pizzería, para acompañar la pizza con los amigos, y nada más. Así, se limitaba enormemente el momento de consumo y la posibilidad de transformarse en un producto con más clase”.
“Con esta situación” prosigue Néstor del Campo, “nosotros tratamos de no inventar nada: era muy difícil cambiar al completo las costumbres de la gente. Lo que hicimos fue subirnos a fenómenos que estaba flotando en el mundo y tratar de capitalizarlos. En los 80, fue cuando arrancó la famosa “onda verde”, una forma distinta de ver la vida. Como se decía entonces, tratar de mirar las cosas de una manera más “light”, más sana, más al aire libre. En línea con eso, había productos que tenían mayor o menor nivel de sintonía con el “movimiento”. Dentro de lo que era el sector de bebidas alcohólicas, obviamente la cerveza era el producto que más nivel de “enganche” tenía, porque era una bebida clara, porque no era pesada, y porque era de baja graduación de la que se podía tomar más de una. Nosotros nos subimos a eso, lo aprovechamos y tratamos de apropiárnoslo. En línea con eso, reposicionamos totalmente la cerveza como producto. La cerveza, que era un producto más volcado a la familia, con un perfil de consumidor más adulto, se transforma en un producto joven y totalmente informal. El producto se transforma en representante de un nuevo estilo de vida. Este cambio, automáticamente, permite que una categoría que siempre tuvo un precio accesible, lograra generar una percepción por parte del consumidor de un producto con prestigio. Beber cerveza daba prestigio y pasó a estar en la onda. La cerveza empezó a verse en los lugares donde se alternaba, en los lugares donde se bailaba. Antes era imposible ver a un joven con una cerveza tratando de invitar a alguien, o tratando de acercarse a una chica para “ligar”. La cosa cambió totalmente: tener una cerveza en la mano generaba otro tipo de sensaciones en la gente y eso, claramente, era un vuelco total en lo que tiene que ver con la percepción de la categoría. También se corrigió la tendencia estacional y empezó a hacerse más publicidad en la época más fría, lo que antes parecía un imposible”. Concluye su análisis el Sr. Del Campo.
Si bien la primera microcervecería apareció en la Patagonia en 1985, durante los últimos años, en Argentina se ha producido el fenómeno de las cervecerías artesanas, pero aún con mayor intensidad que en otros países. Ya hay más de 4.000 fabricantes de cerveza artesanal. El negocio crece hasta un 20% cada año. Las cervecerías incrementaron su producción pero no dan abasto para satisfacer a los consumidores, cada vez más experimentados. La demanda es tan elevada, que las empresas tuvieron que aumentar su producción entre un 10 y un 20% el año 2003 y, en muchos casos, no logran abastecer a los compradores que se interesan por todas las variedades: rubias, negras, rojas, estilo alemán, estilo belga, etc.
Según Juan Bahlaj, uno de los nuevos cerveceros, “el aumento en el consumo es consecuencia de una mayor educación del consumidor, que tiene la posibilidad de acceder a nueva información y conocer los procesos de elaboración y las diferencias entre la producción industrial y la artesanal”. Claudio Dalinger, dueño de un brewpub, da también su opinión: “La devaluación del peso hizo que muchas marcas extranjeras desaparecieran y que el consumidor se animara a probar lo nacional. Y ahora ya no cambian. El crecimiento es constante”. El fenómeno se ha propagado de tal manera, que ya es posible conseguir cerveza artesanal argentina en la ciudad más austral del planeta: Ushuaia en Tierra de Fuego. Allí, se han instalaron dos microcervecerías
Terminamos nosotros diciendo que en Argentina, de una o de otra manera, el consumo de cerveza, ha ido en aumento en los últimos años. Es evidente que muchos argentinos están de acuerdo con Benjamín Franklin, quien dijo que “la cerveza es la prueba de que Dios nos ama y de que quiere que seamos felices”.
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LAS CERVECERAS ARGENTINAS
Cervecería Antares.
El 19 de diciembre de 1998 abrieron su primer brewpub en la calle Córdoba de Mar del Plata. Fue el crecimiento de la empresa lo que motivó a sus fundadores a distribuir sus cervezas a todo el país, y la aceptación del público lo que los alienta a replicar el éxito de Mar del Plata en las nuevas cervecerías. Las cervezas que elaboran son: Antares Kölsh, con 5% de contenido alcohólico, respeta el tradicional estilo nacido en Colonia, Alemania. Esta clásica ale germana goza de un alegre sabor frutado. Es dorada, fresca en aroma, con un acabado seco del lúpulo final; Antares Scotch Ale, con un 6% de alcohol. Es una cerveza color rubí, profundamente malteada en sus olores y sabores, con un resto a frutas; Antares Porter, con un 5,5%, es un clásico estilo inglés. Permite degustar notas de malta tostada y chocolate que no se perciben habitualmente en las cervezas negras de producción industrial. De color oscuro pero no opaco, es corpulenta y suave a la vez, con un delicado sabor de castañas y azúcar moreno; Antares Cream Stout. con un 7% de alcohol, es la cerveza negra de origen irlandés. En ella se descubren sabores de chocolate y nueces en el paladar, con un licoroso y placentero post-gusto. Es muy corpulenta, de espuma cremosa e increíblemente fácil de tomar debido a que posee menos gas carbónico que las cervezas tradicionales; Antares Honey Beer, también con un 7% de contenido alcohólico. Hace 4.000 años era costumbre en Babilonia, durante un mes después de una boda, que el padre de la novia proveyera a su yerno con toda la cerveza de miel que pudiese tomar. Como el calendario babilonio era basado en las fases lunares, este período fue llamado “luna de miel”. La Cerveza de Miel Antares es suave, seca y refrescante, con sublimes tonos de miel en el aroma y post-gusto; Antares Barley Wine, con 11%. El término romántico “vino de cebada” se usa para las cervezas con un contenido alcohólico similar al del vino. De color bronce, esta cerveza es de sabor fuerte a licor y malta y con un intenso acento afrutado, que nos recuerda a uvas blancas, proveniente de las levaduras; Antares Stout Imperial, cerveza muy oscura, con un intenso sabor. Las maltas utilizadas son tostadas hasta un color que asemeja al del café. En esta cerveza se fusionan aromas dulces de tabaco y pasas de uva, con notas tostadas y alcohólicas para producir su intenso bouquet. Tiene un 8,5% de contenido alcohólico.
Cervecería Barbarroja.
Probablemente el complejo cervecero artesanal más grande y más completo de Argentina, donde el Club de coleccionismo COLCER celebra sus convenciones y ferias internacionales anuales.
Localizada en la ciudad de Escobar, a unos 40 km. de la ciudad de Buenos Aires, esta obra genial de la arquitectura regional, mezcla esculturas en troncos de madera con construcciones asombrosas: Un restaurante “dentro” de un barco pirata, tienda y snack bar con “Los tesoros de Barbarroja” (marchandising de todo tipo), paseo 100tífico entretenido y didáctico, arquería para la competencia profesional y cabañas para fin de semana con un estacionamiento para 150 automóviles.
Cinco variedades de cerveza hacen al “sello” de la marca, Lager: del tipo alemán, luminosa y dorada. Trigo: refrescante para la sed, dorada y turbia, con armonía en su cuerpo. Negra: Con granos de cebada tostados. Espumosa y cremosa. Frutada: Sobre la base de la cerveza negra con frutas finas en el proceso de maduración de la cerveza, tales como la frambuesa y la cereza. Negra fuerte: Con mayor graduación alcohólica que la negra común. Todas para beber entre los 8 y 10 grados.
Cervecería Bieckert.
Alrededor de 1855, entre los muchos emigrantes que llegaban a Argentina, estaba un joven que, ante las autoridades aduaneras de Buenos Aires, se identificó como Emilio Bieckert, cervecero del pueblo alemán de Barr, localidad del alto Rhin, cercana a Estrasburgo. Emilio Bieckert entró en Argentina sin dinero. Al dejar la casa paterna en busca de nuevos horizontes, rehusó toda ayuda financiera de sus allegados y aceptó de ellos, únicamente, lo indispensable. Pronto se presentó en el establecimiento Santa Rosa que, en aquella época, regenteaba Juan Buehler, en la calle Bolívar, donde producía una bebida llamada cerveza. En el acto, Buehler ofreció un empleo al joven cervecero Bieckert. Debido a la inteligencia, laboriosidad e iniciativa de que diera muestra, a la par de sus conocimientos teóricos y prácticos en la materia, se hizo acreedor del aprecio de su jefe y rápidamente se elevó la significación y la remuneración de su valor. Pasado un tiempo, Bieckert abandonó Santa Rosa en busca de nuevos destinos. En 1858, viajó a Chile donde permaneció un solo año. Regresó a Buenos Aires con la decidida intención de instalarse definitivamente y crear en el país una cervecera de la capacidad y la importancia que su imaginación concebía, incorporándole toda su rica experiencia de maestro cervecero. Seguía sin dinero, pero no desfalleció y de inmediato se dedicó a la busca de trabajo. Apenas hubo ganado unos pocos pesos, gracias a su infatigable espíritu de trabajo, colocó los cimientos de la gran empresa a la que llevaría al triunfo, gracias a su inteligencia y a su indomable voluntad. Frente a la iglesia de Balbanera, en el tercer patio de una casa de la vecindad, se dedicó el 15 de febrero de 1860 a la fabricación de cerveza como él la concebía, con un único peón como personal, pero siempre con su nombre, según era tradición y garantía de su familia. Dos simples pipas fueron los primeros recipientes que le sirvieron para hacer fermentar el líquido que desprende la maceración de la cebada. Así de limitados y pobres fueron los aparatos con los que contaba, en aquellos días, el futuro dueño de una de las más grandes y mejores cerveceras del país. De un día a otro, Buenos Aires supo lo que era una cerveza cabal y auténtica. La fama y la demanda de la cerveza Bieckert crecía en grandes proporciones y fue necesario aumentar significativamente su elaboración, los implementos de fabricación y, por supuesto, el número de obreros empleados. En 1861, Emilio Bieckert ya producía una pipa diaria de su apetecida cerveza, y consideró necesario abandonar su modesto recinto para trasladarse al nº 12 de la calle Salta, donde prosiguió sus siempre crecientes actividades. Pronto, los negocios alcanzaron proporciones inesperadas, por cuyo motivo Emilio Bieckert adquirió la mitad de la finca de los Estrada, en la intersección de las calles Juncal y Esmeralda donde, en 1866, instaló la gran fábrica que han conocido varias generaciones de argentinos. En el año 1871, compró la finca “l Pobre Diablo”, en las cercanías del Bajo Retiro, donde se instaló el primer gran recreo de Buenos Aires y en el que se expendía, con fines promocionales la ya famosa cerveza Don Emilio. “Antes de trasponer los umbrales de la cervecera de Bieckert”, decía un artículo publicado el 19 de diciembre de 1877, “creíamos que Buenos Aires aún estaba en la infancia industrial. Después de salir de ella, llevamos el convencimiento de que, si bien puede haber en otros países establecimientos del mismo género y de mayor magnitud, no los hay ni mejores instalados, ni más bien dirigidos”. Un buen día, Emilio Bieckert, regresó a Barr, su pueblo natal. Llevó muestras de su cerveza. En las grandes fábricas de Alemania, reconocieron que su producto no desmerecía a la famosísima Pilsen y, más tarde, las exposiciones de París y Amberes le otorgaron las más altas condecoraciones por la calidad de su obra, que presentó a la reñida competencia con plena seguridad y confianza propia. Meses después, volvió a Buenos Aires trayendo en jaulas los primeros gorriones que poblaron la tierra argentina. Muchos murieron en el viaje y los sobrevivientes gozaron de una inesperada libertad cuando, al pretender la Aduana cobrarle unos altos derechos de importación por los animalitos, abrió las jaulas y los dejó volar. Son ellos los antepasados de todos los pájaros de su especie que llenan el inmenso ámbito del país. Pero algo más llevó de Europa el incansable Bieckert: los primeros caballos percherones, orgullo de las antiguas cervecerías europeas, cuyos carros transportaban pesadas cargas de barriles de cerveza. A la semana de su llegada, se veía pasar a esos majestuosos y soberbios animales, con lujosos arneses de bronce, luciendo sus cuidadas crines y colas arrastrando los pesados carros, cargados con barriles de cerveza Bieckert, por las calles empedradas de Buenos Aires. Por aquellas épocas, el hielo llegaba a Buenos Aires en algunos barcos norteamericanos. Era hielo del Río Hudson, que una poderosa firma distribuía a precio de oro entre los países cálidos del mundo. Bieckert acabó con el negocio al instalar, en Buenos Aires, un fábrica de hielo llevada enteramente de Europa. La tesonera acción de Emilio Bieckert, le lleva de ampliación en ampliación de su empresa, y a crear un conjunto orgánico de su ya poderosa fábrica. Su alta chimenea, ostentaba orgullosamente la fecha de su fundación, 1860, figuraba en las cartas náuticas de la época como punto de orientación para los navegantes del ancho Río de la Plata. Después de 30 años de intensa labor, Emilio Bieckert se retiró de la vida industrial en el año 1889. Su cervecera se transformó en una sociedad formada para proseguir su explotación. En la primera directiva de la nueva empresa figuró Carlos Pellegrini, quien poco tiempo después, fue elegido Presidente de la República. Corría 1908, cuando la fábrica de la calle Juncal no ofrecía ya las comodidades necesarias para el progreso de la cervecera. Se tomó, entonces, la determinación de construir nuevas instalaciones en una zona limítrofe con la Capital Federal, donde se pudiera contar con amplios terrenos y condiciones más favorables. La nueva Cervecera Bieckert fue instalada en Llavallol, en el partido bonaerense de Lomas de Zamora, sobre un terreno de 100.000 m2, bien comunicado con la red ferroviaria y, a la vez, con la carretera que unía Buenos Aires con Bahía Blanca. Esta fábrica, construida en 1908, moderna en su época, creció y se actualizó constantemente, merced a la tenacidad y al esfuerzo de varias generaciones, a la incorporación de maquinaria moderna y a la utilización de una tecnología siempre al día. En enero de 1994, Bieckert formó parte del Grupo Peñaflor, abarcando, de esta manera, el mercado global de bebidas del país y continuando así la centenaria obra. La cervecera fabricaba sus propias maltas y producía tres tipos básicos de cervezas. La Pilsen: una lager clara y malteada, elaborada con malta argentina, arroz, maíz y lúpulo de la American Cascade. Con un contenido alcohólico de 3,9% en volumen, se comercializaba con las marcas de Bieckert y León de Oro; Especial: una cerveza lager premium dorada con 5% de contenido alcohólico, más aromática y con sabor más definido que la pilsen; Clara Especial, también estilo pilsen pero con un contenido alcohólico de 4% en volumen. Se comercializaba con las marcas de Bieckert, Lavallol y León de Oro; Negra: Con un 4% en contenido alcohólico en volumen, se comercializaba con la marca Africana, una lager oscura, cruce de los estilos munich dunkel y viena red; Malta Líquida: un producto alimenticio refrescante, a base de malta tostada, cebada malteada y Iúpulo, sin alcohol, con las marcas Bieckert y León de Oro. En 1997, el 84,6% de sus acciones fue adquirido por Quilmes, que pagó 34 millones de dólares.
Cervecería Blest.
Julio Migoya y Nicolás Silín comenzaron la actividad cervecero en el año 1889, investigando procesos de fabricación en microplantas de producción de diseño propio. La primera de ellas se localizaba en el Km. 20 del Circuito Chico, laguna del Trébol, como fábrica y envasadora. De esta primera época son los envases de gres, con tapón de porcelana elaborado por el ceramista local Burton. La marca de fábrica era de tinta roja para la cerveza blanca y tinta negra para la cerveza negra. Verde militar era el color del tapón y se encontraba firmado por Burton. Posterior a ello, envasaron en botellas de gres color crema, sin tener la identificación de su fabricante. Llevaban también marcas de fabrica color rojo la Pilsen-Blanca y color negro la Bock-Negra. Más tarde continuaron envasando en botellas de vidrio y etiquetas de papel. En 1992 se instalaron en el Primer Brew-pub Argentino en la Avda. Bustillo, Km. 11,6, con una microplanta a la vista en el interior del local. Además de las cervezas Pilsen y Bock, agregaron, en 1998, con gran éxito la Half & Half (mitad y mitad) y la Stout (La trochita, negra tipo irlandés). Se despachan en chopp de 25 cl., balón de 33 cl., y medio litro. Es de destacar la gran aceptación de sus productos, en la población de Bariloche como así también entre los turistas que visitan la región de los lagos del sur.
Brewhouse Club.
Las cervezas del Club se elaboran en forma artesanal siguiendo recetas tradicionales. Para obtener la pilsen que producen utilizan agua pura, malta Cristal, lúpulo del tipo Cascade y levaduras Muntons. Se fermenta en una sala especialmente acondicionada durante más de 30 días y, una vez embotellada, genera el gas y la espuma que los clientes disfrutan en sus vasos.
Quincenalmente los más de 100 homebrewers asociados al Club se reúnen en esas instalaciones y comparten experiencias, charlas y prácticas en los equipos de la casa.
Cervecería Buller.
La Cervecería de Recoleta. Enclavada en el ambiente mas aristocrático de Buenos Aires, fue la primera cervecería artesanal de gran escala en la ciudad. Fundada en1999 este Brew Pub produce seis cervezas caracterizadas por su buena elaboración, frescura y para gratificación de los buenos bebedores puede pedirse una “pala” de seis sabores; seis copitas con un “toque” de cada una de ellas: Light Lager, Cream Ale, Wheat Beer, Brown Ale, India Pale Ale, y Stout.
Cervezas elaboradas 100% naturales sin aditivos ni conservantes.
Cervecería Carlos Nowotuy y Oscar Runge.
Consideramos que es el establecimiento cervecero más antiguo de la ciudad de Bariloche. Conforme a una carta comercial dirigida por Carlos Nowotuy a J.A. Jones podemos indicar como comienzo de su producción el 15 marzo de 1915. La fábrica era un rústico galpón, alquilado, en la chacra de Óscar Runge, Km 2 de la hoy Avda. Bustillo que une Bariloche con la villa Llao-Llao. Producían dos tipos de cerveza: Lager (blanca) y Stout (negra), y su comercialización era local. Ya sea por la venta del producto a los almacenes de Ramos Generales, o por los propios fabricantes en el "Recreo de Runge", parque con añorosa arbolada existente en la misma chacra y lindero a la fabrica, donde los vecinos de la ciudad realizaban eventos sociales, paseos de esparcimientos, o festivos. Contando para ello con mesas exteriores y un salón de baile. Aun se recuerda las fiestas de las colectividades suiza y alemana en el lugar, o los festejos organizados por Nowotuy cuando tenía lista una producción de cerveza. Recordamos que en el verano de 1915, la población de Bariloche no llegaba a los 1.500 habitantes, cuando Nowotuy ofrecía su producto en la circular citada: “Me he establecido en ésta dedicándome a la fabricación de cerveza, habiendo establecido mi fábrica en la chacra de Óscar Runge porque reúne las condiciones excepcionales para mis fines. Mis conocimientos químicos como práctico en este ramo me ponen en condiciones de competir con cualquier otra cerveza fabricada en Sudaméríca. Invitándole a visitar mi pequeño establecimiento y probar la cerveza para que se convenza de la verdad de mis aseveraciones. A pesar del gran costo de instalación y materia prima estoy en condiciones de ofrecerle por lo pronto dos tipos a los siguientes precios: Cerveza Blanca tipo lager: Cajón de 48 botellas a 24; Cerveza Negra tipo stout: Cajón de 48 botellas a 26. Los precios se entienden neto puesto en fabrica, y abonaré 4 por cajón devolviendo el envase en buenas condiciones...” Carlos Nowotoy. Según opiniones llegadas de aquellos tiempos resultaba la blanca lager “un poco débil”; destacándose la stout por su muy buena calidad. Destacamos que la empresa ha tenido algún éxito sí consideramos que perduró hasta 1935. Óscar Bernardo Félix Rounge, asociado en un principio de Carlos Nowotuy, era de origen berlinés. Habiendo llegado a Bariloche en 1899, adquiriendo la chacra del Km. 2 en 1901. Se casa con Luisa Gerdes Trexler, de origen chileno.
Cervecería Córdoba.
Esta cervecería se fundó en 1917 y su producción alcanzó en 1992 los 367.038 Hl. En la elaboración se emplea malta argentina y como grano crudo principal la sémola de maíz. También los lúpulos son, en su mayor parte, argentinos, que se cultivan en la provincia de Río Negro con algunos extractos procedentes de los Estados Unidos. Tienen tres marcas básicas: Córdoba, Córdoba y Río Segundo, y para los tres los mismos estilos de cerveza: Pilsen de 11º plato y Munich; Pilsen Especial de 12º plato; y Munich Negra, igualmente de 12º plato.
Cervecería Corsario Negro.
Micro y BrewPub situado en la mismísima playa del Atlántico, en Santa Clara del Mar, a 10 km. de Mar del Plata, “Cuna de Microcervecerías” al decir de sus pobladores, básicamente por la pureza y calidad de sus aguas, elaboran a la vista 4 excelentes productos: Golden Ale: dorada intensa, sabor seco, bien lupulizada con 100% de maltas de cebada Pilsen. Oatmeal Stout: Oscura, textura sedosa, cortes de malta de cebada Pilsen y torrada con avena. Red Bitter: rojiza, ligeramente frutada, cortes de maltas Pilsen argentinas y maltas Cristal inglesas. Black Porter: Oscura, con un aroma a infusión, cortes de maltas de cebada Pilsen y torradas.
Cervecería El Bolsón.
Juan Bahlaj, su fundador, es el pionero de las microcerveceras en la Argentina. Su establecimiento comenzó a operar en 1984 en las afueras de la ciudad de El Bolsón, zona de lúpulo por excelencia, situada en la región andina de la Patagonia. Inicialmente, sus cervezas sólo se podían consumir en el camping propiedad de la microcervecera o en la feria regional. A partir del año 1987, con los permisos bromatológicos correspondientes, extendieron sus ventas a toda la región. En 1992, consiguieron la habilitación nacional. Desde 1997 venden cerveza en barril, sin pasteurizar, con un sistema de cadena de frío que hace que el producto llegue tal cual como lo sirven en su brewpub en El Bolsón. Cuentan con varios puntos de venta, de auténtica cerveza tirada, en Bariloche y en Buenos Aires. Elaboran los siguientes tipos de cerveza artesanal: El Bolsón Blanca Tradicional, es la típica cerveza inspirada en la checa de Pilsen. Tiene un mediano contenido alcohólico, producto de una fermentación a baja temperatura. Se debe beber preferentemente fría; El Bolsón Negra Extra, cerveza oscura por el tostado de la malta. Maceración del grano en forma programada para obtener un cuerpo y una dulzura particular. El Bolsón Negra Ahumada, es la típica cerveza alemana de Bamberg. Se elabora tostando la malta con leña del bosque en forma directa, lo que le confiere el clásico sabor ahumado. Alcohol medio-alto; El Bolsón Fruta Fina, cervezas elaboradas a partir de mostos fermentados con frambuesas, cerezas y cassis; El Bolsón Trigo, clásica cerveza del sur de Alemania, preparada con trigo orgánico del Valle de Epuyén. De sabor intenso, menos lupulada y con la turbidez propia de una cerveza sin filtrar; El Bolsón Estación, preparadas para las cuatro estaciones del año: en primavera, de trigo con hierbabuena; en verano, más livianas y aromáticas, para saciar la sed; en otoño, con miel y lúpulo en flor; en invierno, tipo triple bock, fuerte, reconstituyente, cremosa y de gran cuerpo. Con 9° de alcohol; El Bolsón Picante, cerveza de sabor intenso por incluir, en la maduración, ají de una variedad muy particular. Alcohol 5%; El Bolsón Patalegonia, cerveza de altas temperaturas de maceración y fermentación. Hecha con malta propia cuidadosamente tostada. Alcohol 3,9%; El Bolsón Miel, variedad de cerveza típica de otoño. El lúpulo está en flor, la miel es abundante y es muy apropiado consumirla en los primeros fríos de esta estación. Alcohol 7%; El Bolsón Jugo de Frambuesas, cerveza sin alcohol para tomar sola o para preparar bebidas largas o postres. El Bolsón Malta Genuina, nutritivo mosto a base de maltosa y dextrinas de cebada germinada. Braseada y cocida con aromáticas flores de lúpulo. Un excelente complemento alimenticio no alcohólico.
Cervecería Isenbeck.
Esta cervecera se instaló en Argentina en 1994, incorporando el concepto de cerveza premium, elaborada exclusivamente con ingredientes naturales, según la Ley de Pureza Alemana promulgada en 1516 en Ingolstadt, ciudad cercana a Múnich. Isenbeck ha revolucionado el mercado cervecero argentino con la constante introducción de nueva tecnología: la tapa a rosca, la botella no retornable, el sello frío y la botella de Pet. Tiene una producción anual de 1.000.000 de Hl. y se distribuye en todo el territorio nacional, incluidas la Antártida e Islas Malvinas, donde fue la primera empresa argentina en establecer un acuerdo comercial. Facturó 74 millones de pesos en 2004 y produce la Isenbeck Premium y la Isenbeck Dark.
Cervecería Kleinmann.
Aunque el alsaciano Guillermo Kleinmann figura como vecino de Dolores en el censo nacional de 1869, es a raíz de un plano de la ciudad hecho alrededor de 1876 cuando se descubre la ubicación de su planta cervecera, entre las calles Paz y Machado en el Barrio Sur de Dolores. Colaboraba como especialista el agrónomo y enólogo el ingeniero Víctor Bertrand, alsaciano como su patrón. Algo después, y tras haberse mudado la fábrica a la esquina de las calles Pellegrini y Garay, Kleinmann decidió asociarse con otro paisano suyo, el maestro cervecero Javier Meyer por lo que la empresa cambió su razón social por la de Kleinmann y Meyer. Los tipos de cerveza producida era “sencilla” y “doble” ya como muchas de sus similares en todas partes, producía gaseosas y contaba con una fábrica de hielo. En 1889 Javier Meyer decidió adquirir la participación de Kleinmann en la compañía quedando desde entonces como único dueño. De inmediato encargó la distribución a Arístides Coeilli, asociado suyo en otras empresas. Quince años después, y pese a la competencia externa y local, Meyer modernizó la planta renovando íntegramente los equipos de producción para estar de acuerdo con la demanda siempre creciente de sus productos. Aún así, la cervecería de Meyer no fue capaz de resistir el empuje de las grandes, y la facilidad del ferrocarril para la distribución de sus cervezas, por lo que hacia el cambio de siglo cesó en sus operaciones.
Cervecería La Andina.
En 1920, se instala en la localidad del General José de San Martín, provincia de Chubut, un establecimiento cervecero, que elaboraba la marca La Andina, propiedad de Schreyer y Cía. Producía cerveza blanca y negra. Cesó sus actividades en julio de 1933.
Cervecería La Argentina.
En 1912, Kurt Guttwein instaló esta cervecería en la localidad de Trelew, provincia de Chubut. En la Guía de La Patagonia de los años 20, encontramos un anuncio afirmando que "es el producto mejor elaborado en el territorio y de gran aceptación. En sus ocho años de fabricación, se ha conquistado una envidiable reputación, a tal punto que no hay casa de comercio donde no se encuentre. Probarla es aceptarla. Es de destacar la aclaración de que era un “producto genuinamente argentino”. Elaboraba cerveza del tipo pilsener. La fábrica cerró en marzo de 1933.
Cervecería artesanal La Misión.
También fundada en 1999, año de la “explosión de las microcervecerías, esta fábrica mantiene estrictamente las tradiciones centenarias de Europa del norte.
En su elaboración se utilizan ingredientes naturales, 100% de maltas de cebada, levadura de superficie, lúpulo cascade & nugget, y agua mineral natural de una napa a 60 mts. de profundidad. Triple fermentación; la tercera en botella o barril. No contiene estabilizantes, colorantes, espumantes ni otros elementos químicos.
La Rubia Golden Ale es una dorada intensa, con sabor seco, bien lupulizada, 100% maltas de cebada pilsen. La Rojiza Red Bitter es ligeramente frutada, corte de maltas pilsen argentinas y maltas cristal inglesas. La Negra Black Porter es oscura, con bouquet a café y corte de maltas inglesas de cebada pilsen y torrada.
Cervecería Los Andes.
Los hermanos Jalil, Antonio, Simón y Juan, instalados en Bariloche, explotaban un almacén de Ramos Generales y acopias de frutos del país, situado en las actuales calles de Mitre y O’Nelli. En 1919 se dedicaron, también, a fabricar y vender cerveza con la marca Los Andes en envases de vidrio. La elaboraban de dos tipos: Blanca-Lager y Negra-Stout. Su actividad cervecera cesó en 1959.
Cervecería Mercedes.
Esta cervecería fue fundada, por Carlos Sexauer, en la ciudad de Mercedes en 1868, y fue luego continuada por su hijo llamado, también Carlos Sexauer, que la “ensanchó considerablemente” y “acentuó sus progresos”. La planta, edificada de “sólido material y estilo moderno”, estaba localizada en un terreno, de tres mil metros cuadrados, entre las calles 29 y 36. Su personal permanente era de nueve obreros más empleados administrativos.
Cervecería Nacional.
Se ubicaba en la calle La Madrid, 66 y era su propietario Ángel Gambino. Además de cerveza, la empresa Ángel Gambino y Cía. producía licores y gaseosas. Posteriormente fue comprada por Felipe Maes Etienne y Cía. En una guía comercial del año 1896, la empresa sigue ubicada en la misma dirección y figura como perteneciente a León Maes.
Cervecería Otto Tip.
Instalada en El Bolsón, provincia de Chubut en 1939, tuvo corta duración, pues cerró en 1941. Se conocía más por el nombre de Bandera Blanca, ya que Otto Tip tenia lista una nueva partida de cerveza, izaba una bandera blanca en un mástil que se encontraba frente al establecimiento, comunicando, de esta manera, a los pobladores que ya se encontraba una nueva cerveza lista para ser comprada.
Cervecería Parque Nacional.
Su producción comenzó en junio de 1927, cesando en 1931. El establecimiento de Esteban Zufiaur y Juan Antonio Leberle se encontraba en la Avda. Bustillo, Km. 2,5. Posiblemente en algún galpón alquilado a la familia Rouge, ya que a dicha altura se encontraba la chacra de este. Fabricaba además, soda y hielo. Leberle era alemán, de la región de Baviera, hijo del cervecero Antonio Leberle. Nació en 1901 y llegó a la Argentina en 1920, Falleció en el mes de setiembre de 1978. Su comercio se encontraba en la calle Morales y Diagonal Curuzucuatía de Bariloche, existiendo aun parte de la edificación.
Cervecería Quenard.
La segunda cervecería establecida en Dolores fue la de los saboyanos Juan Quenard y José Mollard, ambos naturales de Chambery. Quenard era el encargado de la producción de licores y cerveza de la compañía con materias primas importadas de Europa y envasaba en porrones de cerámica traídos especialmente de Port Dundas en Escocia. No se sabe donde quedó el primer local de Quenard fundado alrededor de 1875 según el historiador de la ciudad de Dolores, César Vilgre La Madrid, pero en noviembre de 1881, un aviso de periódico informa a su clientela que se han trasladado a la calle del Plata “enfrente al mercado nuevo". Sabemos que la planta funcionaba con agua de lluvia, que era de mejor calidad que la que corría por la superficie o el subsuelo, por lo que contaban con una gran pileta de almacenamiento. Pasado algún tiempo José Mollard se retiro de la empresa quedando Juan Quenard como único propietario de la misma. Para 1903 encontramos a don Juan como director del Banco Comercial de Dolores, y que la cervecería había pasado a llamarse Quenard Hermanos. A la muerte de Juan Quenard la empresa quedó en manos del hijo de éste y luego pasó a su nieto. Los altos impuestos y la competencia de las grandes empresas transformaron a la cervecería Quenard de productor a distribuidor de cervezas.
Cervecería Quilmes.
Otto Peter Bemberg, nació en la ciudad de Colonia, Alemania y llegó a Buenos Aires, por primera vez, en 1852, a la edad de 23 años. El 27 de septiembre de 1888, Otto Peter Bemberg y su hijo Otto Sebastián fundaban, junto con un grupo de inversores, la Brasserie Argentine, S.A., con sede en París y con un capital social de tres millones de francos. A su vez, el 27 de setiembre de 1888, se comenzó a construir en la ciudad de Quilmes un establecimiento dedicado a la fabricación de cerveza. El primer vaso producido estuvo listo dos años después, el 26 de octubre de 1890. El 31 de ese mes de 1890, comenzó la venta con la marca que rescataba la antigua denominación indígena de la localidad y que, con el transcurso del tiempo, se transformaría en sinónimo del producto: Quilmes. Este nombre se adoptó, tiempo después, por la empresa nativa en Francia, que en 1901 pasó a denominarse Brasserie Argentine Quilmes, símbolo de la unión de un país promisorio con quienes provenientes de Prusia, tuvieron la fe, visión y tesón necesarios para triunfar en Argentina. El rápido crecimiento de la industria cervecera, determinó que en 1907 se comprara la Cervecería Schlau de Rosario, para satisfacer la demanda de las nuevas zonas colonizadas. En 1911, se hicieron los primeros ensayos de producción de cebada cervecera con semillas importadas, que luego serían reemplazadas por variedades locales, evitándose así la importación de malta. En 1912, se adquirió la Cervecería Palermo, una cervecera argentina muy antigua. En 1915, incorpora la Cervecería Norte. En 1917, se iniciaron los ensayos de malteado en la planta de Hudson, produciéndose la primera malta de cebada argentina, al mismo tiempo, y con el fin de sustituir importaciones, se estableció en Quilmes una fábrica de tapones-corona. En 1920, se compra la Cervecería Andes de Mendoza, En 1923, culminando doce años de ensayos, se distribuyó semillas de cebada cervecera totalmente argentina, sembrándose una extensión de 500.000 Ha. Poco tiempo después, el país se transforma en exportador de cebada. La primera importación de lúpulo por avión data de 1937. Hoy se obtienen variantes locales con nivel de calidad internacional, reconocida por los mejores productores del mundo. A comienzos de 1943, a orillas del Paraná en Rosario, provincia de Santa Fe, se levanto la Maltería Safac. Los cambios políticos producidos en Argentina por la alteración del orden constitucional, a partir de la autodenominada revolución del 4 de junio de 1943 amenazaron la continuidad del grupo de empresas Bemberg. Desde varios frentes, el gobierno militar comenzó la persecución tanto de las personas físicas como jurídicas en un período en el que las razones de Estado eran justificación suficiente para llevar adelante acciones intimidatorias. El 22 de junio de 1944 se allanaron las oficinas de Cangallo, 667. Una sucesión de hechos de esta naturaleza culminaron con el dictado de una ley, en 1952, que dispuso la liquidación de todas las empresas Bemberg, complementada con otra, en 1954, por la que se expropiaron también los bienes familiares. A la Revolución Libertadora siguió la presidencia de Arturo Frondizi y, en enero de 1960, el Gobierno Nacional devolvió los bienes. Con la segunda fundación se puso en marcha un nuevo período de la Quilmes, que comenzó por revertir la situación de desgobierno (baja y mala producción de cerveza, ausencia de publicidad, inútil aumento del personal empleado, etc.) que caracterizó al tiempo de la expropiación. En 1989, se terminó y puso en funcionamiento una nueva planta cervecera, ubicada en la provincia de Corrientes, con una inversión de 35 millones. A partir de 1991, Quinsa asumió el manejo y control de las operaciones industriales de bebidas que el Grupo tiene en América Latina. Quinsa es un holding con base en Luxemburgo, que controla el 85% de Quilmes International Bermuda Ltd. El 15% restante pertenecía, desde 1984, a Heineken International, que prestaba apoyo tecnológico a las compañías del holding. En 1992, en Zárate, provincia de Buenos Aires, entró en producción una nueva planta con una capacidad de 2.200.000 Hl./año y con una inversión de 71 millones de pesos. La capacidad de la misma fue ampliada, en 1994, en 2.000.000 de Hl./año. En un mercado argentino crecientemente competitivo por la envergadura y calidad de las empresas que de él participan, las marcas Cervecería y Maltería Quilmes mantienen un 70% del mercado. Para ello se estuvo preparando Quinsa, mediante un profundo programa de actualización tecnológica, tanto en equipamiento como en calidad de gestión. En febrero de 1994, se inauguró la nueva Maltería Tres Arroyos, con una capacidad de producción de 91 mil toneladas y con una inversión de 35,4 millones de dólares. En la actualidad, la cervecera dispone de seis plantas en Argentina: Quilmes, Zárate y Lavallol, en la provincia de Buenos Aires; Cuyo en la provincia de Mendoza; Tucumán; y en la costa de la provincia de Corrientes. Para abastecer a cerca de 300.000 puntos de venta, la cervecera dispone de una amplia red de distribución asentada en modos logísticos estratégicamente situados a lo largo de una extensa geografía. Dicha red ha sido equipada con las más modernas tecnologías informáticas y de comunicación, que le confieren gran versatilidad e inmediata capacidad de respuesta. El esfuerzo en tecnología y manejo de productos está soportado por una intensa actividad publicitaria y promocional. En 1997, adquirió el 84,6% de las acciones Bieckert, por un importe de 34 millones de dólares. En mayo de 2002, el anuncio de un acuerdo entre la brasileña AmBev y Quinsa conmovió al mercado cervecero. Después de los pasos previos que incluirían intercambio de activos industriales de AmBev por acciones de Quilmes, y compra de acciones de la argentina por parte de la brasileña, por 347 millones de dólares, Ambev tendría el 36% de los derechos de voto y el 37,5% del interés económico de Quinsa. Este acuerdo encontró escollos en el ámbito internacional por una demanda de Heineken, dueña de parte del paquete accionario de Quinsa. Y en el ámbito nacional, por otra demanda de Isenbeck para evitar una posición dominante en el mercado. Mientras un tribunal internacional analiza el caso, Quinsa decidió dejar en suspenso la oferta de AmBev. El portafolio de Quilmes en la actualidad está integrado por las cervezas Quilmes, Quilmes Cristal, Quilmes Bock, Quilmes Light, Palermo, Liberty, Iguana, Bieckert, Imperial, Andes, Norte, Iguazú y Heineken.
Cervecería Sabro.
Años más tarde de su aventura en la ciudad de Cipolleti, en 1986 nos encontramos conque Ledislao Zeman inaugura en la capital de la provincia de Neuquén un nuevo establecimiento cervecero, conjuntamente con sus hijos. Fabrica, con la marca Sabro dos tipos de cerveza. Una blanca especial tipo pilsen "del Comahue" pasteurizada. Otra negra especial del tipo múnich. El establecimiento estuvo activo hasta 1997 que cesó de forma definitiva.
Cervecería San Carlos.
La cervecería San Carlos es la tercera más antigua de Argentina. Su origen está relacionado a una migración de colonos que llegó a San Carlos en 1858 encabezada por el Carlos Beck Bernard. El grupo colonizador estaba conformado por alemanes, franceses e italianos, que al poco tiempo de la fundación se dividieron dando lugar a las poblaciones de San Carlos Norte, habitada por los franceses, San Carlos Centro por lo Italianos y San Carlos Sur conformada por los alemanes. En 1884, al año de cumplirse las bodas de plata de la fundación de San Carlos, uno de los fundadores, el señor Francisco Neumeyer, sin duda añorando los caldos bebidos en su juventud, estableció una cervecería con el nombre de Francisco Neumeyer - Cervecería San Carlos Sud. Un dato interesante es que las aguas de San Carlos no eran adecuadas para la elaboración de la cerveza por que don Francisco dotó a las instalaciones de cistemas que se alimentaban de las aguas de lluvia recogidas en los techos de la planta y de un molino cercano. En 1908 la empresa fue adquirida por el señor Enrique Meyer quien le cambió el nombre a San Carlos Brewery y pasó su sede directiva a Londres, Inglaterra. Meyer adquirió unos terrenos pertenecientes al antiguo ferrocarril que servía a la población y que son los que actualmente ocupa la empresa. Un dato interesante para la historia cervecera de la región es que en 1912 uno de los directores de la San Carlos Brewery se trasladó a Santa Fe donde, en unión de otros empresarios fundó la Cervecería Santa Fe, de la cual, uno de los socios, el Señor Schneider, se separaría luego para fundar la Cervecería Schneider de larga historia. Es así que de alguna manera las tres cervecerías de la provincia de Santa Fe tienen su origen en la San Carlos. En 1913 el directorio de la empresa tomó la decisión de cambiar el nombre de la San Carlos Brewery por el de Cervecería Argentina San Carlos. Aunque el patrimonio y los accionistas permanecieron igual, la nueva sociedad incursionó en otras operaciones entre las que se contó la de elaboración de bebidas gaseosas y la fabricación de hielo. Otro cambio importante fue la decisión de que el directorio sesionase en la ciudad de Buenos Aires. El progreso de la Cervecería Argentina San Carlos fue constante y cuando la ciudad cumplió 75 años de fundada, en 1933, la producción de la empresa era de cinco mil litros diarios. Este desarrollo permitió a la empresa adquirir unos terrenos de la Sra. Elizabeth de Schaufler para construir en ellos viviendas para sus trabajadores. 25 años más tarde, en 1958, al celebrarse el centenario de la fundación de San Carlos, la cervecera producía cien mil litros, la administración había regresado a San Carlos y la planta contaba con un total de 248 operarios. A ciertas crisis administrativas siguió el traspaso de los capitales de la empresa a un consorcio chileno que no mostró mucho interés por su desarrollo, lo cual la llevó a lo que la documentación de la cervecera recuerda como "etapa de postración". Afortunadamente un grupo empresarial santafereño adquirió la mayoría accionarla hacía 1981 y para el centenario de la empresa, en 1984, ya ésta se encontraba recuperada gracias al impulso económico así como a la tecnología punta adquirida para su reflotamiento, y dos años después pudo la Cervecería Argentina San Carlos anunciar, en enero de 1986, que su producción era de cinco millones de litros. Con la empresa en buen pie, la empresa pasó a manos de la española Estrella de Galicia quien en 1990 había elevado la producción a seis millones de litros mensuales en sus dos tipos tradicionales, Pilsen y Negra. Su producción en 1992 fue de 171.540 hectólitros y utiliza en la elaboración una levadura de fermentación alta tipo Ale. Actualmente produce una cerveza prácticamente artesanal con un plantel de 35 empleados y su producción anual es, en 1999, de 700.000 Hl. Produce dos tipos de cerveza, una clara estilo pilsen y una oscura estilo munich, que comercializa con dos marcas: San Carlos y Águila, en diversas presentaciones.
Cervecería San Gambrinus.
Fue fundada por Antonio Janku y Ledislao Zeman, en 1954, en la localidad de General José de San Martín. Fabricaba cerveza negra y blanca, con las marcas Gambrinus Especial Negra y Gambrinus Especial Blanca. Ambas cervezas estaban elaboradas con un 90% de malta y 10% de arrocín, y se envasaban en botellas de 650 cl. Sus etiquetas eran muy vistosas en cuanto a diseño original y refinado, destacando en ellas su colorido y la imagen del icono cervecero Gambrinus. La empresa tenía centro de distribución en Comodoro Rivadavia y oficina de representación en la Capital Federal. Su maestro cervecero, Ledislao Zeman, luego fue fundador y propietario de la cervecerías Zeman en Cipolleti y Sabro en Neuquén.
Cervecería San Giordo.
Fundada en 1917, se encontraba instalada en Gobernador Costa, provincia del Chubut. Elaboraba, como la mayoría de las cerveceras de la época los clásicos tipos de cerveza blanca y negra. Al parecer, en 1925, sus instalaciones fueron total o parcialmente adquiridas por Schreyer y Cía, cervecera de la localidad General José de San Martín.
Cervecería San Martín.
Considerada la firma más importante en ese rubro en Bahía Blanca por la Dra. Dozo, fue fundada por Luis Pezzano en 1886, en la esquina de las calles Dorrego y General Paz. En 1889 esta cervecería fue vendida a la firma Maraffio y Klement quien la mantuvo en la ubicación indicada hasta que en 1898 la trasladó a la esquina de San Martín y Brandsen. La producción de cerveza, sin especificar la fecha, fue de 400.000 litros anuales y se vendía bajo la siguientes marcas: San Martín, La Negra y Sencilla. Hasta 1902 la empresa estuvo en manos de Franke, Hemmerbacher y Cía. y su producción era de 10.000 litros al día y 20 toneladas de hielo. El consumo de cerveza en Bahía Blanca era elevado ya que no se contaba con buena agua potable en la ciudad. La Cervecería San Martín aumentó su producción de cerveza, de gaseosa y de hielo, y en 1905 se elaboraban 600.000 litros de cerveza que comercializaba con las marcas: San Martín, Brillante, Ideal, Negra, La Pampa y Río Negro. Además la empresa contaba con depósitos de cervezas que llegaban de Buenos Aires en vapor.
Cervecería Santa Fe.
Fundada en1912, en el primer año de operación produjo 34.300 Hl. Ochenta años más tarde en 1992, alcanzó los 710.699 Hl. En 1979 adquirió el control de Cervecería Schneider y actualmente concentra la producción en una sola planta cuya capacidad es del millón de hectólitros anuales. Desde 1974, produce sus propias maltas. La maltería tiene una capacidad de 27.000 Tm. anuales, con lo que, aparte de autoabastecerse, exporta dos tercios de su producción.
Las cervezas que produce son: Schneider Clásica, una lager, tipo pilsener alemana. Pura, brillante y de color oro intenso. Elaborada y madurada lentamente, utilizando sólo las mejores materias primas en su proceso de elaboración. El resultado es una cerveza seductora y equilibrada, en la cual el color, el aroma y el sabor se complementan de forma armónica y tentadora; Schneider Negra es la única cerveza negra del país, realmente negra. Su atractivo color se logra a través de la receta genuina con la que es elaborada. Se trata de una cerveza tipo bock original. Con gran cuerpo y color intenso, debido a la combinación de maltas tostadas especiales. Agradable balance entre el dulce de la malta y el amargo de sus lúpulos. Con espuma consistente y cremosa. El resultado es una genuina cerveza negra que cautiva los paladares de los más exigentes. Schneider Fuerte, con contenido alcohólico del 6,0% es la cerveza argentina más fuerte. De estilo lager, al estilo de las oktoberfest de Múnich. Elaborada con variedades de lúpulo y materias primas especialmente seleccionadas. Su color ámbar de aspecto rojizo y su amargor aromático, combinados con un aroma caramelizado y alcohólico, le confieren un balance óptimo. El resultado es una cerveza única en su categoría, con un sabor, un color y un aroma tan distintivos como intensos; Schneider Sin, la variedad analcohólica; Santa Fe, tipo lager, de 4,7º de alcohol, se define como la cerveza de los santafesinos. Esta marca refuerza en su comunicación su calidad, su frescura y su pertenencia a la "capital de la cerveza"; Salta, una marca con liderazgo en el mercado norte de Argentina, reconocida por su tradición cervecera, su exquisito sabor y su vínculo con actividades deportivas y musicales de los jóvenes. Tiene 4,7º y cuenta con versiones lager y negra; Córdoba Dorada, cerveza lager rubia, de 4,7º distribuida en la provincia de Córdoba. En el 2001 revitalizó su imagen y modernizó su presentación; Córdoba Chopp, lanzada en 2001 y orientada al mercado refrigerado; Rosario, lanzada en 1999 al mercado de la provincia de Rosario, esta cerveza lager, con 4,7º, reúne los atributos de suavidad, cristalinidad y espuma consistente. Con el mensaje "De acá" se posiciona como una cerveza local, asociada al fútbol y al humor.
Cervecería Spangher.
Spangher la cervecería artesanal que desde el año 2000 brinda cerveza genuina, fresca y exquisita, en un ambiente cálido y amable de Villa Urquiza. Elabora: Spangher Genuina, elaborada con productos naturales indicados en antiguas recetas originales: agua, malta, lúpulo y levadura; Spangher Black, negra fuerte, gruesa y consistente; Spangher Golden, suave, con cuerpo y aroma final afrutado; Spangher Red, sutil, con cuerpo, color profundo, sabor complejo con un final a malta.
Cervecería Stone Brewing Co.
Con toda la experiencia de “Stone” de San Francisco, USA, desembarcó en Argentina esta micro y brewpub ubicada en otro lugar muy buscado para instalar cervecerías artesanales, Pilar, a 60 km. de Buenos Aires.
Produce 5 tipos de cervezas. Ale: De alta fermentación con levaduras que trabajan a temperaturas que oscilan entre los 15 y los 25 grados. Stone Pale Ale: De color ambar, con excelente balance entre malta y lúpulo. Stone Porter: De color oscuro, tiene unos finos toques de chocolate y café. Stone Ipa: Con gran cantidad de lúpulo y color dorado profundo. Fragancia floral y sabor amargo. Stone Stout: Con sabor a malta tostada. Tirada con nitrógeno, que le da la sensación de producto cremoso.
Cervecería del Sud.
Es poco más que la fecha de establecimiento y el nombre lo que sabemos de la Cervecería del Sud establecida en Dolores en 1894 por Juan Chapperon natural de La Ravolre en la Alta Saboya, y que funcionó hasta 1904. Juan Chapperon era primo del otro cervecero de Dolores Juan Quenard. La empresa se llamaba Chapperon y Ceresetto ya que don Juan se asoció con a su cuñado el señor José Ceresetto. Esta cervecería envasó sus productos en botellas de vidrio. Ya había pasado la época de los porrones de cerámica.
Cervecería Sur Patagónica.
Está situada en Ushuaia, la ciudad más austral del planeta. Produce la marca Irízar y comenzó a operar el 26 de diciembre de 2003. Basa su negocio en la venta de cerveza embotellada a distribuidores. Hoy sólo venden en Tierra del Fuego, pero tiene previsto, en un próximo futuro, distribuir en Buenos Aires.
Cervecería Viejo Munich.
Alejandro Assadourian produce cerveza artesanal en Villa General Belgrano, Córdoba, desde 1999. La microcervecera aumentó 100% su producción desde su creación y en el pasado año de 2003 obtuvo un crecimiento de un 10%. Produce entre 2.500 y 3.000 litros mensuales. Una parte se destina al restaurante y otra se embotella para vender a los visitantes, pues la producción no alcanza para vender en otras provincias. Con una capacidad de 500 litros por partida y 3.500 litros al mes, la fábrica se especializa en lograr un producto de calidad, el cual se denomina Extra ya que el extracto seco primitivo supera el 13,5%. Con diseño propio en las maquinarias, la cerveza es elaborada de forma artesanal respetando la receta tradicional y manteniendo la Ley de Pureza alemana. La cerveza se elabora con pura cebada, utilizando levaduras importadas de tipo pilsen, lúpulo de la localidad de El Bolsón y el agua de las sierras cordobesas. Esta combinación da como resultado una cerveza de cualidades y sabores particulares. Día a día, se lleva un minucioso control sobre el progreso de la cerveza, para lograr la más alta calidad en el producto final. Produce: Viejo Munich Blanca Extra, con un 5% de contenido alcohólico y una fermentación a bajas temperaturas. Color rubio y sabor suave afrutado con aroma a lúpulo; Viejo Munich Negra Extra, elaborada con malta tostada y una maceración especial, que le proporciona su color ámbar oscuro. Con una graduación alcohólica de 5,4%, tiene un gran cuerpo por su elevada concentración de mosto, y un sabor acaramelado y tostado; Viejo Munich Estación, elaboradas con un toque especial para acompañar cada época del año, incrementando su sabor a lúpulo o variando el contenido alcohólico.
Cervecería Zeman.
Ledislao Zeman, luego de desarrollar actividades de maestro cervecero en la Cervecería San Gambrinus, de la localidad de José de San Martín, provincia de Chubut, se traslada al valle del Río Negro, e instala en la ciudad de Cipolleti la cervecería que lleva su nombre. Inició sus actividades en 1958 y las concluyó en 1965. Producía dos tipos de cervezas, la Blanca-Pilsen y la Negra. Sus componentes eran 90% de malta y 10% de fécula de maíz. El lúpulo era producido en el Valle. Años más tarde, Zeman reinicia su trabajo cervecero, en 1986, en la ciudad de Neuquén, con la marca Sabro. |